Con 130 votos a favor, ninguno en contra y 4 abstenciones, el Senado presidido por Ignazio La Russa, ya dirigente del MSI, aprobó la moción bipartidista en la que se afirma que Holodomor fue un genocidio, un holocausto, una “carestía deliberada” perpetrada por la Unión Soviética de Stalin entre 1932-1933. La mentira del holocausto de los ucranianos, en el tiempo, especialmente en estos últimos años, se volvió una “verdad” en base a resoluciones adoptadas por el parlamente ucraniano hegemonizado por los anticomunistas y por los proestadounidenses, y por los organismos internacionales imperialistas con la ONU y el parlamento europeo a la cabeza. Ahora todo tuvo el reconocimiento formal tambien del Estado italiano.
La moción es una repugnante falsificación histórica en clave antidemocrática y anticomunista. Por tanto no solo se quiere reescribir en general la historia en modo de afirmar con aún más fuerza la hegemonía de un Estado reaccionario, corrupto y belicista, sino se quiere afirmar esta reconstrucción a través de un acto formal, introduciendo de hecho los presupuestos para la figura del delito
para quien no quiere secundar las mentiras anti comunistas.
Un posterior paso hacia adelante político e ideológico sobre la vía de la fascistización del Estado y de la preparación de las condiciones jurídicas, a través del equiparamiento de hecho con el “exterminio de los hebreos” y la generalización instrumental del delito de ‘negacionismo’ para la persecución política y la puesta fuera de ley de los antifascistas y de los comunistas. El Estado reaccionario se presenta cada vez más como “Estado ético”[1].
Tal hecho obviamente tiene también la función de reforzar el sostén del imperialismo pordiosero al gobierno nazifascista ucraniano y de consolidar en el plano político e ideológico el frente capitaneado por el imperialismo americano en la guerra interimperialista en curso con el imperialismo ruso.
Esto último, a su vez, es intervenido en los días antes del voto, en la tentativa de reescribir la historia en función de sus actuales intereses al servicio del nuevo Zar Putin. Todo esto con una carta en que sostenía que la carestía fue “el resultado de la sobreposición de errores de gestión por parte de las administraciones regionales de las zonas agrícolas de la URSS”.
Se necesita por tanto aclarar respecto a las mentiras anticomunistas del Estado italiano, del gobierno nazi-fascista ucraniano y del imperialismo de EE.UU por una parte y el ruso por la otra.
El Holodomor, o sea la mentira anticomunistas del holocausto ucraniano” atribuido a Stalin, que habría provocado intencionalmente en Ucrania una carestía en los años 1932-1933 para exterminar al pueblo ucraniano porque se opondrìa a la colectivización agrícola y al socialismo, es en realidad una operación política ideológica inaugurada por el nazismo hitleriano y perpetuada hasta hoy. Una operación que es redescubierta y alimentada al servicio de la guerra interimperialista por una lado y de los procesos de fascistización por el otro.
Ya en el 1934-1935 los nazis tocaron las trompetas para denunciar el presunto holocausto ucraniano para preparar el terreno a la invasión de Ucrania para “liberarla del comunismo”. A ellos se asociaron, después de la segunda guerra mundial, los imperialistas americanos, que a través de algunos periodistas iniciaron a hablar de la “carestía que había causado seis millones de muertes”.
En los años Ochenta esta mentira fue relanzada a mayor escala por el entonces líder del imperialismo americano Ronald Reagan. Fueron escritos diversos libros sobre el “holocausto de los ucranianos”. Algunos autores son además directamente ex nazis ucranianos. Robert Conquest por ejemplo, citó muchas de estas “fuentes”. ¿Pero quién es este hombre? Un presunto historiador, visceralmente anticomunista, entre los autores del “Libro negro del comunismo”, colaborador del servicio de desinformación (Information Research Department), emanación de los servicios secretos ingleses. Trabajó para el Ministerio de Asuntos Exteriores inglés hasta 1956, y en los años Ochenta entró en el staff del gobierno Reagan.
Seguramente en 1932-1933 se desató sobre Ucrania una carestía. ¿Pero quién la causó? La verdadera causa está en la oposición fascista ucraniana, vinculada al nazismo hitleriano, contra la colectivización socialista de la agricultura. Esta verdadera y propia guerra contrarrevolucionaria tenía sus raíces y su base social en los kulaks (los ricos agricultores) que, con tal de salvaguardar la propia posición de clase, no dudaban en hacer tierra quemada con el fin de sabotear en todos los modos la economía socialista. Los kulaks y los fascistas mataban el ganado y los caballos, escondían los productos alimenticios, quemaban sus cultivos y sus semillas, rechazaban entregar excedentes de grano que habían acumulado, obstaculizaban las siembras y dejaban deteriorar las cosechas, incendiaban los koljoses y los depósitos públicos de grano, recurrían a varias formas de terrorismo contra los koljosianos y los comunistas. Todo esto favoreció el surgimiento de una gran epidemia de tifus y contribuyó en modo decisivo a multiplicar los efectos de una grave sequía que afectó amplias áreas de Ucrania en los años 1930, 1931 y 1932.
La carestía fue después superada gracias a los inmensos esfuerzos conjuntos de la URSS, la contrarrevolución quedó retrasada, fueron proporcionadas grandes ayudas económicas y fueron enviados otros cuadros para favorecer el trabajo de los koljoses (empresas agrícolas colectivas).
En este marco, donde se busca reconstruir la historia en clave hegemónica-cultural al servicio de una creciente represión antiobrera y antipopular, antidemocrática y anticomunista, donde se busca implicar cada vez más a Italia dentro de la guerra inter-imperialista en curso, se necesita denunciar con fuerza el fascismo ascendente, que ya desde hace varias décadas es alimentado por las diversas fracciones de la gran burguesía y, como es evidente también por el voto bipartidista, por todos los partidos de poder. Hoy la lucha contra el fascismo de Estado pasa también a través del paso táctico de la lucha contra la tentativa en curso promovida por el alineamiento de fuerzas que expresó el gobierno a cargo, volteado a la cristalización de un régimen fascista en nuestro país.
Para hacer eso se necesita construir, a través de efectivos procesos de organización y de lucha, un bloque popular fundado sobre la alianza entre el proletariado y los sectores oprimidos y explotados de la pequeña burguesía como base para un frente de clase revolucionario y una Nueva Resistencia, para la independencia nacional y por un Estado de Democracia Popular sobre la vía del socialismo. Un bloque popular que se oponga a la guerra imperialista, o sea en primer lugar al imperialismo italiano, pero también al mismo tiempo al imperialismo norteamericano, al de las principales potencias europeas, al imperialismo ruso y al socialimperialismo chino.
1https://www.open.online/2023/07/27/ucraina-senato-holodomor-zelensky/
[1] La referencia es a la teoría fascista del Estado ético de Gentile y Mussolini